África en la política
exterior de EEUU
No
se puede decir que Madeleine Albright, responsable de la política
exterior de EEUU, ande con subterfugios. En enero de 1997 declaró
a The Wall Street Journal "Uno de los objetivos fundamentales de
nuestro Gobierno es asegurar que los intereses económicos de EEUU
puedan extenderse a escala planetaria". En otra ocasión, declaró que la soberanía norteamericana no se puede contener dentro de sus fronteras sino que protegerán los intereses de EEUU dondequiera que se vean amenazados. Al día siguiente de la devolución de El Canal de Panamá al Gobierno de esta nación, diciembre de 1999, el Senado promulgó una ley por la que declaró que "intervendrá en la zona por todos los medios necesarios si en algún momento se vieran amenazados sus intereses". Ahora llaman real politik a lo que desde Maquiavelo se formuló como "razón de Estado", aunque para ello tuvieran que conculcar todas las razones y derechos que se opusieran a los intereses y apetencias del más fuerte. Lo que es novedoso y acorde con las nuevas tecnologías de la información es dar a conocer las líneas maestras de la política exterior de un Estado, no a través del "Discurso del estado de la nación", que siempre sirve para "justificar" los hechos pasados, sino por medio de ruedas de prensa o de artículos periodísticos. Aquí sí que podemos decir que "la revolución de la información y de los medios de comunicación" ha comenzado. Como diría el subcomandante Marcos cuando llegó a Ocosingo, "perdonen que les moleste, pero esto es una revolución". Hace unos días, la secretaria de Estado publicó en los más importantes diarios del mundo el artículo "No hay fronteras finales" que no tiene desperdicio. Comienza por reconocer que "EEUU gozan de una prosperidad récord... los ideales que sostienen nuestra democracia se han extendido a todos los continentes y el marco para el liderazgo norteamericano como eje de una economía global en expansión debe incluir medidas para controlar las amenazas planteadas por las armas nucleares y el terror". De donde deduce que "nuestras prioridades incluyen una OTAN todavía más fuerte, abierta a nuevos miembros, desarrollando nuevas capacidades y preparándose para nuevas misiones". No se puede decir que se ande por las ramas. De ahí su afirmación de centrar la atención en las complejas relaciones con Rusia y China "para avanzar en nuestros intereses comunes... actuaremos con resolución en regiones claves como Oriente Próximo, Africa Central, Irlanda y el Mar Egeo, la península coreana y el sudeste asiático, así como los cuatro países claves: Colombia, Indonesia, Nigeria y Ucrania" Esto es lo que nos parece del mayor interés. Colombia es el país latinoamericano con cinco fronteras y salidas al Pacífico y al Atlántico; pero sobre todo, es el camino hacia el Canal de Panamá. Indonesia es el país musulmán no árabe más poblado del mundo y clave en el sudeste asiático. Ucrania es la punta de lanza en el costado de Rusia y será preciso seguir su evolución muy de cerca puesto que EEUU la han declarado de interés prioritario. Nigeria es uno de los países más ricos de Africa con una de las poblaciones más pobres. Con una superficie equivalente al doble de España, tiene 120 millones de habitantes con un 43% de analfabetismo y un médico por cada 6.000 habitantes. Es el mayor productor de petróleo de Africa y el quinto del mundo con la mejor calidad en octanaje. De ahí procede el 90% de sus divisas lo que explica su dependencia del mercado internacional controlado por las siete majors que deciden su inestabilidad política, las sucesivas dictaduras militares y una de las administraciones más corruptos del continente. La economía de Nigeria está en manos de Shell, Mobil, Chevron, Texaco, Elf, Total y Agip que extraen cerca de dos millones de barriles diarios. La Shell tiene un papel preponderante en el delta del Níger y está acusada de genocidio con el pueblo ogoni. En 1995 hicieron ahorcar al escritor Ken Saro-Wiwa que promovía el movimiento de resistencia ogoni (MOSOP) mientras el Premio Nobel Soyinka tuvo que exiliarse. |
José Carlos Gª Fajardo
Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)