Desarraigo y enajenación
más que suicidios
Uganda
es un país tropical atemperado por la altura, con ricas tierras
con la mayor cuenca del mundo de pesca en agua dulce en el Lago Tanganika.
Con 22 millones de habitantes, tiene la mayor proporción de cristianos
de África: 44% católicos y protestantes 17%, mientras los
musulmanes no alcanzan el 5% y el resto practican cultos tradicionales.
La esperanza de vida es de 42 años, hay un médico cada 25.000
habitantes y una mortandad infantil cercana al 10% con un analfabetismo
del 40%. Todavía recuerdan con malestar el viaje de Juan Pablo
II, en 1995, hablándoles con dureza y recomendando la abstinencia
sexual como gran remedio ya que condenó el uso del preservativo
en un país donde el sida afecta a más del 20% de la población. Fue el aventurero angloamericano, Stanley, quien visitando la región, en 1875, alertó a los británicos del avance del Islam desde Sudán y les transmitió el "pedido" del kabaka Mutesa I para que enviaran misioneros y garantizar así el control de ese país clave en la ruta soñada por Rodhes de Alejandría a Ciudad del Cabo. Los protestantes ingleses llegaron en 1877 y los católicos franceses en 1879 desatándose una guerra de influencias entre la alta nobleza que llegaron a dividirse en los partidos "franza" y "ingleza" fomentando la privatización de las tierras que siempre habían sido comunales. En 1888 los misioneros consiguieron deponer al kabaka musulmán Mwanga, después llegó la Compañía Imperial de África del Este e inmediatamente el gobierno inglés. Introdujeron cultivos de exportación (café, té y algodón) que deterioraron la vida de la población. En 1962 alcanzaron la independencia. El presidente Milton Obote trabajó en beneficio de los más pobres y favoreció la integración económica con Tanzania y Kenia que frustrarían los intereses financieros foráneos. Fue derrocado por el boxeador-sargento Idí Amín, en 1971, que gobernó despóticamente hasta 1979. Regresó Obote y luchó contra la corrupción y ordenó la economía estableciendo lazos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) alcanzando un crecimiento económico del 5% según los dictados del Banco Mundial (BM) que lo pusieron de ejemplo para África. El presidente Yoweri Museveni sustituyó los partidos políticos por un sistema de representación de comunidades tradicionales. En este inusual contexto africano actúan sectas de origen occidental que mezclan mesiánicas promesas con situaciones apocalípticas para gente desesperada. En esa mezcla de represión y de promesas trascendentes en contraste con la realidad hay que buscar el caldo de cultivo de sectas que no tratan tanto de suicidios colectivos, tan ajenos al alma africana, como de ritos extravagantes con alucinaciones colectivas promovidas por psicópatas que se cuidan de que vendan "sus bienes antes de emprender el viaje al paraíso". A veces huyen o son abatidos a tiros, como en Guayana. Lo que importa es que los pueblos de África recuperen sus señas de identidad, organicen su convivencia y desarrollen el enorme potencial que tienen. En la población predominan los hausas, seguidos de los yorubas y de los ibos. Los hausas, más que un pueblo, se trata de una lengua poderosa hablada por más de cien millones de personas con un rico y secular pasado cultural. Es uno de los estados más artificiales de África que obtuvo su independencia, en 1960, de Inglaterra que dominaba desde 1914. No olvidemos que el origen del movimiento de cooperación internacional surge con la guerra de Biafra, en 1967, con cerca de un millón de muertos. El problema es que algunos intereses buscan una secesión de las tierras del sur y el conflicto de Nigeria sólo es abordable en la relación geopolítica con sus vecinos profundizando en la federación de Estados y no en el desmembramiento de las zonas ricas en minerales e hidrocarburos. |
José Carlos Gª Fajardo
Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 24/03/2000