El hombre pertenece a la tierra
Desde
el siglo XVI asumimos la soberanía de los Estados sobre 'sus' aguas
jurisdiccionales. Para Occidente, la propiedad de la tierra fue un concepto
perverso que se introdujo hace 2.500 años y fue imponiéndose
en las tierras que conquistaban para quedarse con ellas, claro. Omo Kenyata, primer Presidente de Kenya, dijo a los ingleses, "cuando llegaron los misioneros traían la Biblia y nosotros teníamos las tierras. Hoy los ingleses tienen la propiedad de nuestras tierras y a nosotros nos dejaron la Biblia". Todavía en muchos pueblos de África, América, Asia, la idea de que la tierra les pertenezca en propiedad, les resulta extravagante. Los masai dicen que "la tierra no es un regalo que los padres hacen a los hijos, sino un préstamo que los nietos hicieron a sus abuelos". Conocida es la sentencia del Jefe indio Seattle en la carta al Jefe Blanco de Washington: "La tierra no pertenece a los hombres, sino que el hombre pertenece a la tierra". Para muchas comunidades a lo ancho del mundo la posesión de los terrenos está en relación con el uso que pueden darle los miembros de cada familia. No es decente poseer más de lo que se puede cultivar, sobre todo si se tienen parientes que la necesitan. Hace unos días lo escuché en una reunión de ancianos en Camerún, a propósito de unos terrenos de una familia que se precisaban para construir una piscifactoría por medio de una cooperativa. Resultó normal. De lo contrario, no extrañaría que muriese quien pretendiera atentar a ese sagrado vínculo. Nada más llegar a Camerún me dijeron, "¿Recuerda a aquel canadiense que se apropió de terrenos de M´Balmayo en connivencia con el alcalde y al que usted le anunció una desgracia hace nueve meses?" "Sí, lo recuerdo" "Pues hace seis meses que murió envenenado". Estos días es noticia en África la ocupación por la población de Zimbabwe de las tierras que desde hace más de un siglo tenían en propiedad los blancos. En la antigua Rodhesia los blancos poseían el 80% de las tierras cultivables. Eso sí, los negros eran los que las trabajaban. Después de la independencia, se mantuvo una aberrante ley. Hoy el Gobierno de Mugabe la ha cambiado y los medios de comunicación occidentales dan imágenes perversas que llevaron a EEUU a suspender su ayuda. Occidente vuelve a llamar "bandas de salvajes" a quienes defienden las tierras que deben cuidar. |
José Carlos Gª Fajardo
Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 14/04/2000