La deuda africana: errores y corrupción

Más de cien mil argelinos muertos desde la anulación de las elecciones de 1991, donde vencieron los integristas islámicos. Occidente respaldó al Ejército por temor al fundamentalismo que se presenta en una amalgama de talibanes afganos, ayyatolas chiítas, terroristas de embajadas americanas en Nairobi y Tanzania, o sudaneses resistentes a la penetración armada de los buenos negros cristianos desde el sur, con armas de Uganda. Por eso EEUU bombardeó una fábrica de productos farmacéuticos en Jartúm (Sudán), por si eran de doble uso. Por eso se mantiene un embargo inhumano contra el pueblo iraquí y hasta hace poco contra el libio.
Ahora le toca el turno a los llamados beréberes de la Kabilia argelina.
En primer lugar, no existe el pueblo "beréber"; era el nombre de "bárbaros" con que los designaban los invasores romanos por no saber hablar el lakoiné dialektós, lengua franca del Imperio. El norte de Africa fue conocido durante siglos como Berbería. Berber es un nombre genérico dado a numerosos grupos étnicos que comparten prácticas culturales, políticas y económicas.
Los pueblos de lengua tamazight habitaban el norte de Africa desde mucho antes de la invasión árabe y aún de la de los vándalos, de los fenicios que fundarían Cartago, de los griegos y de los romanos.
Existen muchas etnias que proceden de ese tronco común y que se extienden por trece países con 30 dialectos diversos y su propia escritura libico-tamazight, llamada tifinagh. Desde Argelia (tuat, shawiya, shila y zenatas) a Marruecos (drawa, dades, mesgita, seddrat y zeri), pasando por Libia (luata, nefusa, adassa), Túnez (jerba), Níger, Mali, Mauritania, Nigeria, Egipto y Burkina Fasso. ¿Dónde podríamos enraizar a los grandes pueblos tuaregs?
La conversión al Islam de todos ellos no les ha hecho perder señas de identidad características: mujeres sin velo, que conservan la dote y administran su patrimonio, aparte del derecho a repudiar al marido desleal, vago o infame. No olvidemos que hasta la llegada de los deportados andalusíes y moriscos, en los siglos XV y XVII, no se completó su arabización.
Los pueblos de lengua tamazight no practican el Ramadán cuando viajan. Muchos de ellos son nómadas pero los del Norte son hábiles agricultores y mejores comerciantes que abrieron las antiguas rutas comerciales con el Africa subsahariana.
No olvidemos que si en Argelia hay unos 2.360.000 "beréberes", en Marruecos superan los 6.400.000. Pero nunca han reclamado soberanía o independencia, sino el reconocimiento de la necesaria autonomía para conservar y desarrollar sus características culturales. El propio Mohamed V se las reconoció al regreso de su vergonzoso exilio en Madagascar impuesto por los franceses. Entre sus derechos reconocidos por un dahir está el cultivo del cannabis en el Rif.
Argelia es el país más extenso y más rico del norte de Africa, y cuenta con treinta millones de habitantes. Los franceses la invadieron en 1840 para no pagar una deuda por importación de trigo que arrastraban desde el gobierno revolucionario y desde Napoleón. Castigaron su insolencia con el desembarco de 36.000 soldados a los que siguieron otros 115.000.
En 1873 expropiaron las ricas tierras de labor para dárselas a 500.000 colonos franceses y a más de un millón al final de la Segunda Guerra. Toda la economía e industria argelina fue reorganizada para servir a los intereses de Francia. Más de 8.000 aldeas fueron destruidas, un millón de argelinos masacrados por un ejército francés de 500.000 soldados, bajo la pretensión de "Argelia francesa" hasta que De Gaulle reconoció la "Argelia argelina" tras los acuerdos de Evián de 1962.
Esa atroz guerra de Argelia fue mi primer destino como corresponsal. Conocí la Kabilia y recorrí el país desde el rico oranesado y las fértiles tierras del norte hasta los pozos de Hassi Mesa Oud.
Esta es la madre de todos los corderos: el petróleo y las mayores reservas de gas del Mediterráneo. Los grandes intereses petroleros transnacionales no pueden admitir una Libia y una Argelia autónomas, ricas, desarrolladas y comerciando libremente con los países mediterráneos y con el resto de Europa.
Además, Argelia tiene la más rica vega del norte de Africa que, junto con la de Túnez y la de un Marruecos arrancado a las oligarquías vinculadas a Palacio, pueden abastecer a Europa de productos tempranos. El Magreb es una exigencia ética envenenada por el problema saharaui emponzoñado por una España abandonista que no hizo frente a sus responsabilidades históricas. ¿El camino? El reconocimiento de una autonomía en un Magreb más rico, más libre y con mayor justicia social.
Los responsables de la falsa guerra civil argelina son los militares corruptos al servicio de intereses transnacionales. Baste leer los testimonios del coronel Habib Souaida y su libro testimonio "La guerra sucia", publicado en Francia y en donde denuncia lo que es público y que el presidente Buteflika no quiere reconocer: tropas argelinas disfrazadas como rebeldes participaron en masacres de civiles y echaron la culpa a los fundamentalistas, mientras torturaban a musulmanes hasta matarlos.
Los inadmisibles excesos del fundamentalismo islámico no se corrigen con la brutalidad de los militares que tienen maniatado a Buteflika. Mucho menos con pretendidas luchas étnicas atribuidas a las gentes de lengua tamazigth. Al final, prevalece el prejuicio etnocentrista "son bárbaros que no saben gobernarse, luchas tribales y conflictos religiosos". Argelia, con Libia, Túnez y Marruecos tienen un porvenir maravilloso y fundamental para el equilibrio y prosperidad de un Mediterráneo recuperado como espacio de encuentro y no de frontera.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 24/04/2000