Biocombustibles, crimen contra la humanidad

Los gobernantes del mundo han permanecido de espaldas a las señales que anunciaban las crisis alimentarias que afectan a cientos de millones de seres humanos. Ahora se pierden en buscar sus causas en lugar de atacar directamente a la intervención de los especuladores y al disparate de dedicar a combustible para las máquinas los productos de la tierra vitales para los seres humanos. Cierto que han influido en el coste de los transportes, las fluctuaciones de las monedas, el pretexto del clima, etc., mientras que en países como Vietnam, China, India, Argentina, Brasil y otros han multiplicado la producción de cereales y demostrado que el desarrollo de la agricultura puede arrancar del hambre a su población. Ahora les aterran las manifestaciones de las poblaciones hambrientas que no pueden importar a sus nuevos precios el arroz, el trigo, el maíz, la leche, el azúcar y la soja. Nosotros, los países ricos de Europa y de América somos responsables de una estrategia desastrosa en la que participaron el Banco Mundial, el FMI y la OMC, atentos solo a sus intereses.
El relator de la ONU, Jean Ziegler, considera “un crimen contra la humanidad” los biocarburantes. El Fondo Mundial prima cultivos de exportación frente a los de subsistencia. El relator especial para el Derecho a la Alimentación calificó de auténtica tragedia el aumento del precio de los alimentos y pidió fondos suplementarios para atajar el hambre. Jean Ziegler culpó del drama a los biocarburantes, a las “políticas aberrantes” del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la especulación financiera.
El sociólogo y escritor, autor de El imperio de la vergüenza, pidió una moratoria de cinco años para los polémicos biocombustibles.
Ziegler acusó a la OMC de mantener una política totalmente contraria a los intereses de los pueblos mártires del hambre, porque son los pagos proteccionistas los que permiten a los campesinos cultivar alimentos. También calificó al FMI de seguir políticas aberrantes por desarrollar cultivo de exportación para reducir la deuda exterior en detrimento de las “agriculturas de subsistencia”, y abogó por el fin de los cultivos que sólo interesan a las antiguas metrópolis y las oligarquías financieras.
El analista lanzó una llamada a todos los donantes del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU a incrementar sus ayudas, puesto que las subidas de precios han provocado una caída del poder adquisitivo del 40%. De este programa dependen 75 millones de personas, dijo Ziegler, con ocasión de su despedida del cargo de relator. Toda una vida en defensa de los derechos humanos y en contra del modelo de desarrollo que las grandes economías han impuesto al mundo y con el que padecen explotados los países más débiles.
Ziegler comprendió a los países empobrecidos que optan por la agricultura de exportación porque necesitan divisas para poder pagar sus deudas y seguir los dictados aberrantes del FMI. El sociólogo aboga por reglas más duras, en particular en la comercialización de materias primas. “Hay que regular las Bolsas de manera que los especuladores pierdan sus ganas de especular”, denunció.
También subrayó que la transformación masiva de cultivos en biocarburantes ha provocado la escalada de precios de productos básicos esenciales para la supervivencia de millones de personas.
Según datos de la FAO, Fondo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, en el último año el trigo se ha encarecido un 130%, el arroz un 74%, la soja un 87% y el maíz un 53%. Ziegler puso de manifiesto que, si en Europa una familia dedica un 10% de su presupuesto a la alimentación, en el mundo en desarrollo esa proporción puede llegar al 90%.
Afirmó que las revueltas del hambre que han tenido lugar ya en 37 países van a intensificarse, y el número de personas afectadas por la malnutrición va a aumentar en los próximos cinco o seis años.
Ante los tardíos esfuerzos del Secretario de la ONU, Ban Ki-Moon, reunido con los directivos de las 27 agencias para elaborar un plan de batalla ante la crisis, Ziegler no cree que la ONU disponga de medios adecuados y urgentes para enfrentarse a las multinacionales que controlan la producción de biocarburantes. Estamos ante un caso espeluznante de especulación criminal y de aberrante política de los Organismos internacionales.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 30/04/2008