VISA y los bancos abusan

Acaba de llegarnos una enorme cantidad de cargos en la tarjeta VISA, efectuados en Quito desde el 26 de diciembre hasta finales de Enero, cuando habíamos salido del Ecuador en septiembre. Inmediatamente telefoneé para bloquearla.
En octubre me habían cargado las dos compras realizadas y como teníamos en nuestro poder la tarjeta, quedamos desconcertados. Como el cargo lo harían el día 2 de febrero procedí a vaciar las cuentas bancarias. ¡Listo el empleado bancario!: "como tienen saldo, tenemos la obligación de cargar el débito, luego reclaman a VISA y en unos tres o cuatro meses se lo reintegrarán cuando comprueben que es verdad. Bueno, perderán unos 200 euros como mínimo".
Pregunté si los clientes tenemos que financiar los fallos de seguridad de los bancos y de las compañías emisoras de tarjetas de crédito, a las que pagamos por sus servicios. "Así está estipulado", respondió: "Como eso sucede cada vez con más frecuencia, recomendamos a nuestros clientes que, cuando regresen del extranjero, den de baja todas sus tarjetas de crédito y pidan otras nuevas". O sea, que tenemos que actuar como si el mundo estuviera regido por sinvergüenzas, (en esto no le faltaba toda la razón), y que los ciudadanos teníamos que probar nuestra inocencia, en lugar de beneficiarnos de la presunción de la misma. Al igual que en los regímenes totalitarios en donde todos son culpables hasta que no demuestren lo contrario.
Basta ya de someternos a los dictados de los poderes financieros. Primero, nos vendieron las excelencias del dinero plástico; después, nos obligaron a domiciliar nuestros recibos y nóminas en los bancos; luego, a utilizar cajeros automáticos para "evitar robos si caminábamos con dinero en metálico" y finalmente, los abonos siempre los hacen después de los cargos para que los intereses siempre sean deudores.
Quiero llamar la atención de la opinión pública sobre el descrédito que supone la indefensión de los turistas, de la falta de control en los servicios bancarios y en los comercios que aceptan tarjetas de crédito sin verificar la identidad de los compradores, como es su obligación.
Impunemente aguardaron a las fiestas navideñas para utilizar cada día la tarjeta clonada en Alitrap Burger King, Comisariato de Mascotas (254 $) Grupo ElJuri la Taberna, Comercial KYWI, CIMERSA, Baskin Robbins, Pharmacy's, Restaurante San Telmo, FYBECA, y repetidos ocasiones en EXXONMOBIL Oriental, Gasolinera Hendarsa, Mobil Monteserr, Shell 9 octubre, REPSOL YPF, Gas el Pinar, Petrocomercial y un largo etcétera.
El caso es que mi mujer sólo pagó con esa tarjeta unos sombreros en HOMERO ORTEGA, c/ Isabel la Católica 24100. Y en la Librería Libri Mundi, c/ Juan León Mera 851, cuyos cargos abonamos en octubre. Ninguno más. Lo que le ha ocurrido a mi esposa puede ocurrirle a cualquier turista. El tema es grave porque si se pierde una tarjeta, uno la da de baja por teléfono y ya está. Si es tan fácil "clonarlas" y que funcionen de manera tan eficaz, el sistema puede sufrir un serio golpe.
Si los poderes financieros continúan abusando con su negligencia y prepotencia, mientras las autoridades no persiguen con eficacia el fraude, sólo nos restan los medios de comunicación para prestar voz a quienes no pueden defenderse de un sistema enloquecido que pretende reducirnos a "recursos" para ser explotados. Añaden a la ofensa del abuso el escarnio de tratarnos como a estúpidos. No vamos a consentirlo. Para eso van a estar las ventajas de estar globalizados.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el dd/mm/aaaa