Una oportunidad para los países pobres

Todos los Informes de los más competentes organismos internacionales nos confirman la escasez de agua, el cambio climático, la extinción de especies como no había sucedido desde la desaparición de los dinosaurios, el incremento de armas de destrucción masiva, mientras se demuestra que es posible afrontar las plagas del hambre, la enfermedad, la ignorancia y la pobreza. Una de las claves podría estar en lo que algunos demógrafos perciben como el peligro de desaparición de la raza blanca.
En 1960, un cuarto de la población mundial era de ascendencia europea. Esta proporción no ha cesado de disminuir para pasar a un sexto en la actualidad. Europa pasará de los 728 millones de habitantes actuales a 556 en menos de cincuenta años. En 2050, la humanidad habrá pasado de seis mil a nueve mil millones, pero
tres personas de cada cinco serán asiáticas y uno de cada cinco africano. El resto: blancos, mestizos, afroamericanos y sudamericanos no representarán más que otro quinto de la humanidad.
Durante el siglo XX la población mundial se multiplicó por cuatro mientras se elevaba el nivel medio de vida de 30 a 65 años. Pero otro fenómeno demográfico no previsto por los especialistas se abatió sobre la humanidad en la segunda mitad del siglo pasado: el descenso de hijos por familia que alcanzó hasta un 40%. Comenzó en los países ricos pero se está extendiendo a toda la humanidad hasta el punto de que, a partir de ahora, en la mitad de los países del planeta la población ha cesado de crecer o comienza a disminuir.
En todo el mundo habrá un envejecimiento progresivo pues la extensión de la medicina disminuirá la mortalidad infantil al tiempo que facilitará su control e influirá en las mentalidades tradicionales: ya no se tratará de cuantos más hijos mejor para ayudar a trabajar en los campos y como garantía de ayuda en la vejez. La globalización actúa en sentido contrario.
Según los demógrafos, de aquí se desprende una oportunidad para los países en desarrollo que durará unos 50 años y no volverá a producirse. Desde ahora hasta 2005, la mayor parte de esos países van a pasar simultáneamente por esta experiencia: una población en edad de trabajar más numerosa –de 20 a 60 años– con mejor salud y mayor acceso a la educación; menos niños que alimentar y que educar por familia y una edad media de la población de 24 años que alcanzará los 35 hacia el año 2050.
La conjunción de estos factores favorables para el desarrollo económico y social beneficiará más a los que estén mejor gobernados y se integren en una saludable red de relaciones geopolíticas en zonas de crecimiento sostenible y complementario.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 17/06/2002