Claveles rojos para el Kremlin

La política y los intereses hacen extraños compañeros de cama. ¡Vivir para ver al presidente de EEUU y a decenas de Jefes de Estado con claveles rojos en la mano para homenajear al Ejército Rojo en Moscú en el 60 aniversario del final de la guerra contra la Alemania nazi!
Nadie duda de que los rusos soportaron las mayores pérdidas humanas en la II Guerra, 27 millones de seres, en gran parte por el desprecio de Stalin a las vidas humanas. Ni de que las mayores batallas se dieron en suelo ruso y no en Normandía ni en Sicilia por Eisenhower o Patton. Estaba pactado en la Conferencia de Yalta de 1945 (entre Stalin, el primer ministro británico Winston Churchill y el presidente de EEUU Roosvelt) Allí se decidió la entrega ignominiosa a la URSS de más de diez países que pasaron de la tiranía nazi, soportada durante nueve años, a la dictadura totalitaria soviética que padecerían durante casi 50 años.
Ahora pretendían que Putin condenara el Pacto secreto soviético-nazi de 1939, por el que Hitler y Stalin se dividieron el mundo libre de similar manera a lo que harían en Yalta en 1945. Mientras Washington y Londres no condenen el pacto de Yalta de 1945, Moscú nunca condenará el firmado por Molotov y Ribbentrop. Nadie podrá sostener que los Aliados que representaban a los países democráticos no conocían la dictadura totalitaria que imperaba en la URSS y que tanto ayudó a la derrota de Alemania.
Hasta ahora, en los libros de historia de Occidente se atribuía esa victoria a los ejércitos occidentales Francia, Gran Bretaña y EEUU ayudados por los resistentes civiles de diversas ideologías. De ahí a la rehabilitación del siniestro Stalin no había más que un paso y Putin estuvo a punto de darlo cuando ensalzó al Ejército soviético cuyo dirigente máximo era el zar soviético. Putin no pide perdón por esa barbarie y dice que "fue una decisión personal por Stalin y que no implicó a la URSS". Lo dice el antiguo jefe de la KGB en Alemania del Este.
Lo que ocurre es que no quieren reconocer las ocupaciones y los crímenes cometidos durante medio siglo para impedir exigencias de reparaciones y revisión de fronteras. Aparte de tener que dar cuenta por los delitos contra los derechos humanos por los innumerables traslados de poblaciones enteras allende los Urales.
Y para no tener que verse obligados a readmitir a los millones de rusos que enviaron para ocupar y rusificar innumerables países, como en Lituania, Letonia, Estonia, Bielorrusia, Georgia, Ucrania y tantos países del Cáucaso.
Sólo la dignidad de algunos jefes de Estado de países ocupados por los nazis y luego por la URSS se hizo notar por su ausencia a los Actos que para disgusto de Moscú el presidente Bush enfatizó iniciando su viaje por Estonia, en donde se reunió con los tres presidentes de las repúblicas bálticas y concluyéndolo en Georgia. Otros sí que asistieron, como los de Ucrania y Polonia. Muchos son jefes de Estado y de gobierno que regresaron de dorados exilios en EEUU, París y Londres para presidir los nuevos gobiernos en las antiguas repúblicas ocupadas por Moscú.
Ahora asistimos al paroxismo de una celebración esperpéntica en donde se atreven a comparar al terrorismo internacional con la II Guerra Mundial, en la que todo valía hasta las bombas atómicas sobre civiles indefensos y los bombardeos de ciudades alemanas libres, (Colonia, Dresde). Por encima de los Derechos Fundamentales, de las soberanías nacionales y de los Tratados internacionales se pretende imponer la criminal teoría, ya recogida en la Patriotic Act después del 11 de septiembre, de que todo parece valer con tal de defenderse del terrorismo. El antiterrorismo no es una ideología sino la ciega defensa ante unos ataques locos, desesperados y suicidas ante los que cabría intentar la búsqueda conjunta de muchas de sus causas que podrían tener solución desde los planos de la justicia, la libertad y la auténtica democracia. Al terrorismo nunca lo vencerán los ejércitos.
Pronto veremos como justifican el uso del terrorismo de Estado. Ya han dado licencia a comandos autónomos de EEUU para matar dentro de las fronteras de otros países soberanos. Como ha sucedido con la CIA y con los que al parecer nos quieren asentar en la base americana en Rota, junto a Cádiz. Es el precio a pagar para reanudar las relaciones después de haber sacado con valentía las tropas españolas de la injusta guerra de Iraq
¿Cómo se pueden saldar de semejante manera los crímenes de uno de los totalitarismos más terribles de la historia? Alemania y Japón han pedido perdón y los alemanes han pagado por ello desde Nüremberg a las ingentes cantidades abonadas a los judíos... de Israel. Los japoneses todavía tienen pendiente esa deuda en Extremo Oriente.
Ver al presidente de China copresidiendo con Bush, Chirac y Putin, y junto a tantos otros sátrapas que no movieron un dedo para denunciar la situación de millones de seres oprimidos durante casi medio siglo... resulta espantoso.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 13/05/2005