Indemnizar al Sur

Si ante confesión de parte no hay prueba en contrario, habrá que ser consecuentes ante tantas peticiones de perdón por los errores cometidos en el pasado. Desde el Papa, a propósito de pueblos y personajes históricos, a la conmemoración del 500 aniversario de la llegada de los portugueses a Brasil. Lo que iba a ser una "celebración" con los presidentes de Brasil y de Portugal en una liturgia presidida por el Cardenal Secretario de Estado del Vaticano se convirtió en denuncia de crímenes, explotaciones y agravios por las comunidades indígena y negra que padecieron, como en tantos otros lugares de América, África y Asia, la opresión del blanco, cristiano y mercader.

Escenas similares se reproducen en otros países ante incorporaciones a las organizaciones de la Nueva Economía que controlan los descendientes de los conquistadores.

Pronuncian palabras de reconciliación mientras imponen un modelo de desarrollo inhumano, se controlan los mercados con pretendidas leyes sacrosantas, se somete la política a los intereses financieros, la venta de armas alcanza los 900.000 millones de dólares anuales mientras se alimentan treinta conflictos bélicos en los que el 80% de las víctimas son civiles, los blancos ocupan las mejores tierras de África, se destroza el medio ambiente hasta extremos que llevan al exterminio de la vida en el planeta... y se les dan consejos a los gobernantes de los pueblos empobrecidos sobre las medidas que tienen que tomar para acceder a las ayudas ofrecidas como zanahoria mientras golpean sus ijares.

No cabe perdón mientras falte la reparación debida. Hay que cambiar el discurso de deuda externa y reajustes estructurales y exigir indemnizaciones porque crece la desesperación de millones de personas que no quieren ser objeto de ayuda sino sujetos de la historia.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 05/05/2000