Que la CIA no ayude
Al grito de "¡Gibraltar español!", el Sindicato Español Universitario sacó, en 1954, a los estudiantes a las calles para protestar ante la Embajada de Gran Bretaña contra la presencia de la Reina Isabel en Gibraltar. La policía franquista contenía a los manifestantes cuyo entusiasmo crecía peligrosamente. El Ministro del Interior, Blas Pérez, telefoneó al Embajador de Inglaterra por si deseaba que le enviara más guardias para defender la embajada. Este respondió con fino humor "¡Más bien le agradecería que no me enviaran más estudiantes!" Durante años, se achacó al KGB sostener a los grupos terroristas que actuaban en Europa. Desde la caída del muro de Berlín, las responsabilidades recayeron sobre fundamentalistas islámicos. Después, EEUU hizo responsables a los "estados delincuentes" (Irán, Irak, Libia, Corea del Norte) para buscar un enemigo que justificase el apoyo a la industria de armas americana convertida en locomotora de la economía. No les basta con que la OTAN obligue a sus socios a homologarse con tecnología controlada por esa industria, sino que corremos peligro de una suicida carrera armamentística. No importa que los nuevos socios en la OTAN violen los derechos fundamentales, mantengan la pena de muerte, practiquen la tortura o la discriminación étnica. Basta con que dispongan de carne de cañón ya que ahora las armas son las "inteligentes". La cooperación de la CIA contra el terrorismo en España nada tiene que ver con el Escudo antimisiles, ni con el sofisticado sistema de espionaje Echelon, que no evitó el ataque de 1995 en Oklahoma por McVeigh, terrorista blanco, americano y militar. El director de la CIA, arbitra la paz entre palestinos e israelíes. ¿Se imaginan al director del KGB como árbitro entre irlandeses e ingleses? Madeleine Albrigth declaró muy positiva la ayuda de la CIA a los talibán para echar a los rusos de Afganistán. La mafia corsa acabó con la extrema derecha francesa en Argelia a cambio de la french connection: el gobierno francés aseguró a los corsos la distribución de la droga desde Marsella con tal de que no entrara en Francia. Garantizadas las bases americanas de Rota y Morón en España, bastaría con imitar al Embajador inglés y pedirles a los americanos que no nos envíen más 'ayuda'. |
José Carlos Gª Fajardo
Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 15/06/2001