El envejecimiento de la población como amenaza

En vísperas de la segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento que tendrá lugar en Madrid del 8 al 12 de abril, la agencia de la ONU sobre población acaba de publicar el Informe World Population Ageing 1950 -2050, que corrige y alerta sobre las previsiones que manejábamos.

Recordemos que en 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial con el asesinato del archiduque Fernando en Sarajevo, la población del planeta no pasaba de 1.100 millones de personas. En 2000, en un hospital también de Sarajevo, el Secretario General de la ONU recibía en sus brazos al niño número 6.000 millones.

A este drama de proporciones inimaginables sólo se le puede hacer frente mediante la educación de las mujeres y su promoción a los puestos de trabajo y de responsabilidad que les corresponden que, como mínimo, son iguales a los de los hombres. Hay una regla de oro para comprobarlo: en todos los países en los que las mujeres tienen acceso a ese derecho natural no existen problemas de explosión demográfica. Al contrario, en todos esos países, que resultan ser los más ricos y desarrollados, el problema es el del envejecimiento progresivo e irremediable de la población.

Todas las Agencias de la ONU no han cesado de alertar sobre este tema a los responsables políticos y económicos que explotan la globalización alcanzada por las nuevas tecnologías con el modelo de neoliberalismo salvaje que cada día enriquece más a los ricos y empobrece hasta la miseria a los más pobres. Es la escandalosa fórmula del 20/80: el 20% viven bien y el 80% de la humanidad pasa privaciones.

Hay que recordar que el Informe del PNUD de 1998 declaró que con 40.000 millones de dólares al año durante diez años se acabaría con el hambre en el mundo, se cubrirían las necesidades de salud fundamentales, se cuidarían la potabilidad de las aguas y las infraestructuras sanitarias, se garantizaría la salud reproductiva de las mujeres y se lograría el acceso a la educación básica de todos los seres humanos.

La educación y promoción de la mujer, como columna vertebral del desarrollo en los pueblos empobrecidos, son fundamentales para afrontar la catástrofe que amenaza a la humanidad. Esa cifra es inferior al incremento en 50.000 millones de dólares anuales que el Congreso de EEUU acaba de aprobar como gastos de "defensa", más los centenares de millones aprobados contra el terrorismo, es decir, para hacerse con el control de las fuentes de energía del planeta.

Esto es un auténtico terrorismo de EEUU y de la ineficaz Unión Europea que no es capaz de actuar con coherencia.

Muchas personas se preguntan para qué sirven tantas Cumbres multitudinarias que no aprueban nada que no hayan negociado antes de acuerdo con sus particulares intereses. Es una provocación peligrosa a las masas de desheredados que no tienen nada que perder y pueden elegir morir destruyendo.

Desde la Cumbre de Copenhague en 1995, Butros Galli alertó sobre la explosión social que se avecina. En la Cumbre de Monterrey asistimos al bochorno del desprecio que hicieron a sus advertencias y a las de multitud de personas de la sociedad civil que se han convertido en movimientos de resistencia global ante este despotismo inhumano.

Recordemos las diez propuestas de estos foros sociales: anular la deuda de los países más pobres; arbitrar un sistema generoso para regular la del resto de los países del Sur; que las financiaciones futuras sirvan para un desarrollo sostenible; que los países más ricos destinen el 0,7% de su riqueza para financiar el desarrollo que les niegan en la Cumbre de Monterrey; revisar los intercambios entre el Norte y este Sur que financia el desarrollo del Norte con sus materias primas, los intereses de la deuda y la sistemática explotación; garantizar la autonomía alimentaria en cada país; gravar las transacciones financieras especulativas; acabar con los paraísos fiscales y prohibir el secreto bancario que permite blanquear billones de dólares producto del crimen, del narcotráfico y del tráfico de armas.

De aquí hasta el 2050 las personas mayores de sesenta años serán más numerosas que las menores de quince. El incremento de los sexagenarios ha sido constante desde 1950. Actualmente, en el mundo hay más de seiscientos millones de ancianos, tres veces más que hace cincuenta años. En 2050 serán dos mil millones, es decir el 21% de la población.

Cada vez se harán sentir con más fuerza las consecuencias socioeconómicas sobre el mercado de trabajo, el pago de las pensiones y el crecimiento económico. ¿Quién va a trabajar para atender a tantas necesidades?

Japón con una media de 45 años es la sociedad más vieja del mundo, seguido de Italia, Suiza y Alemania. La media más joven la ostentan Yemen, Níger y Uganda con 15 años. España será la decana de la humanidad con una media de 55 años antes de tres décadas, si los inmigrantes no ayudan a remediarlo.

Es oportuno atender a estos criterios a la hora de considerar fenómenos como la inmigración, el desarrollo social sostenible en los países del Sur, el despilfarro en armamentos y en un modelo de desarrollo del que se vengará la naturaleza si no atendemos con generosidad y con justicia a sus requerimientos.

El mayor peligro que amenaza a la humanidad no es el terrorismo ni las bombas de destrucción masiva: es la explosión demográfica con el progresivo envejecimiento de la población.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 22/03/2002