Prioridades y desafíos

Una de las más terribles amenazas para la humanidad es la explosión demográfica. A comienzos del siglo XX, había menos de 2.000 millones de habitantes y, al terminar el siglo, éramos 6.000 millones.

Para estudiar este problema, en relación con la pobreza en el mundo, tuvieron lugar las Cumbres de Copenhague, El Cairo y Beijing. Se ha comprobado que la curva demográfica se estabiliza donde las mujeres acceden a la educación y a puestos de trabajo iguales a los hombres. El matrimonio se retrasa más de diez años y la maternidad se hace responsable.

En los países ricos la natalidad desciende de manera alarmante y se incrementa el número de personas mayores. Para compensar el envejecimiento de la población se requiere aumentar el número de inmigrantes para cubrir puestos de trabajo y garantizar el cobro de las pensiones con sus cotizaciones a la Seguridad Social.

No existirá explosión demográfica si logramos la educación para todos, garantizamos la salud reproductiva de las mujeres y apostamos por la posibilidad real de erradicar el hambre en un mundo que se ha hecho global y próximo, en el que todos somos responsables solidarios.

Erradicar el hambre y cuidar la salud básica se ha demostrado posible e inaplazable porque la vida sobre el planeta corre peligro. Si no por justicia, al menos por interés se impone la cooperación.

Es locura que Bush anuncie el desequilibrio del terror mediante el Escudo espacial de misiles con los miles de millones de dólares del superávit conseguido por Clinton. ¿No sería más lógico acometer los problemas fundamentales que amenazan a la humanidad?

Algo va mal cuando se mantienen 34 guerras vivas, EE.UU. e Inglaterra bombardean poblaciones civiles en Irak contra todo derecho y se tolera que Israel extermine al pueblo palestino violando el derecho internacional. EE.UU. no controla el blanqueo de 400.000 millones de dólares del narcotráfico en sus bancos, pero arma a Colombia para bombardear sus plantaciones.

Un centenar de multimillonarios ha pedido a Bush que no elimine el impuesto sobre la herencia para que ahorren 236.000 millones de dólares en una década y los vuelvan a invertir. Denuncian que esto repercutiría sobre los más pobres. Es más de la mitad de lo necesario para acabar con el hambre en el mundo.

Nunca la humanidad ha dispuesto de tantos recursos para eliminar la pobreza y establecer la paz como fruto de la justicia. Tampoco Roma previó la llegada de los bárbaros.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 23/02/2001