Necesitamos auténticos voluntarios sociales
Es
hermoso constatar el crecimiento del voluntariado social. Siempre ha
habido personas generosas que se han preocupado por los demás por
motivos religiosos, políticos o altruistas. Pero el fenómeno sociológico
del voluntariado social, movido por la pasión por la justicia y por la
compasión transformada en compromiso es un fenómeno que comenzó hace
tres décadas. Al cabo de este tiempo hay signos de los peligros que
corre la generosidad de los voluntarios: partidos políticos, gobiernos,
sectas e intereses empresariales. La responsabilidad final de cualquier error y de la buena marcha es la Organización. Como no es gubernamental sino que se desenvuelve en la esfera de la sociedad civil se rige por las normas que se ha dado y que han sido aprobadas de acuerdo con la legislación vigente. El protagonista de la acción social del voluntariado no es ni la organización ni el voluntario. Es el marginado, el excluido, quienes padecen la injusticia. Porque la solidaridad o es una respuesta ante una desigualdad injusta o puede derivar en mera compasión o beneficencia. O un sucedáneo que emponzoña la herida y se convierte en cómplice de los responsables de esa situación injusta. El candidato a voluntario debe escoger la asociación que mejor vaya con sus preferencias y capacidades, y aquella tiene la obligación de seleccionar a los candidatos más idóneos para las tareas del voluntariado propio de esa organización. Es falso que cualquier persona tenga derecho a entrar en cualquier organización. Falso y peligroso. No hay más que leer la legislación que regula el voluntariado social. El voluntario tiene que sentirse a gusto cooperando física y económicamente, de acuerdo con sus posibilidades, dentro de la asociación que lo ha admitido así como ésta tiene la obligación de formarlo y de ayudarlo en sus tareas de voluntariado y exigirle una conducta acorde con los principios de la ONG. No cabe planteamiento asambleario alguno. El que no se sienta a gusto debe buscar otra organización en donde pueda estarlo. Estoy convencido de que el boom de las ONG toca techo y presenta una cierta fatiga en relación al impulso de su primer fervor. Las ONG tienen que dar paso a los organismos que puedan prestar una ayuda eficaz. Los voluntarios seguiremos militando en la lucha por la justicia y por los derechos sociales para todos. Si yo fuera alcalde de una ciudad, no dormiría ni una sola persona en la calle, los recogía y vería qué le pasaba a cada uno para tratar de remediar su necesidad y tratar su reinserción en la medida de los posible. En Suiza no duerme nadie en la calle. Eso que hacen algunas ONG de salir de noche a dar café es por admirable compasión y algunos van más allá y lo hacen con compromiso para denunciar esa situación inadmisible en una sociedad bien organizada, pero no podemos perpetuarlo porque corremos el riesgo de crear asistencialismo. Y el asistencialismo engendra dependencia. Ha
sido muy cínico cerrar los centros psiquiátricos y lanzar a las calles
a enfermos mentales que deberían de estar acogidos en adecuadas
residencias de salud. Los voluntarios deberían atender a esos pobres
excluidos mientras avisan a la administración para que se hiciera cargo
de ellos. Lo mismo sucede en las prisiones, o con los inmigrantes, con
ancianos que viven solos, con enfermos terminales, con drogodependientes
o con cualquier marginado en donde se detecte una injusticia social, al
tiempo que se urge el medio de remediarla. No podemos contentarnos con
acompañar al marginado en su soledad y desgracia, esa conducta podría
ocultar algún desequilibrio que confundiera sujeto con objeto, o alguna
oculta transferencia. El voluntariado siempre será necesario porque aporta un plus de humanidad, sin olvidar que lo que se debe en justicia no hay que darlo en caridad. Nos movemos acuciados por la pasión por la justicia y, en nuestra tarea, siempre subsidiaria, aportamos la delicadeza en el modo y la firmeza en los fines. |
José Carlos Gª Fajardo
Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 29/03/2006