Tampoco Roma evitó la llegada de los bárbaros

La más terrible amenaza para la humanidad es la explosión demográfica. A comienzos del siglo XX, había menos de 2.000 millones de habitantes y, al terminar el siglo, éramos 6.000 millones.
Para estudiar este problema, en relación con la pobreza en el mundo, tuvieron lugar las Cumbres de Copenhague, El Cairo y Beijing. Se ha comprobado que, donde las mujeres acceden a la educación y a puestos de trabajo iguales a los hombres, se estabiliza la curva demográfica. El matrimonio se retrasa más de diez años y la maternidad se hace responsable.
En los países ricos la natalidad desciende de manera alarmante y se incrementa el número de personas mayores. La población jubilada requiere aumentar el número de inmigrantes para cubrir puestos de trabajo y garantizar el cobro de las pensiones con sus cotizaciones a la Seguridad Social.
Nada de explosión demográfica si logramos la educación para todos, garantizamos la salud reproductiva de las mujeres y la posibilidad real de erradicar el hambre en un mundo que se ha hecho global y próximo, en el que todos somos responsables solidarios.
Erradicar el hambre y cuidar la salud básica de todos se ha demostrado posible e inaplazable porque la vida sobre el planeta corre peligro. Si no por justicia, al menos por interés se impone la cooperación.
Algo va mal cuando se mantienen 34 guerras vivas, EEUU e Inglaterra bombardean poblaciones civiles en Iraq contra todo derecho y el mundo libre tolera que Israel extermine al pueblo palestino violando el derecho internacional que lo hace odioso ante el mundo por ejecutar un auténtico holocausto. EEUU no controla el blanqueo de 800.000 millones de dólares del narcotráfico en sus bancos, pero arma a Colombia para bombardear sus plantaciones.
Un centenar de multimillonarios pidieron a Bush que no eliminara el impuesto sobre la herencia para que con los 236.000 millones de dólares ahorrados en una década, los pudieran volver a invertir. Denunciaron que esto repercutiría sobre los más pobres. Es más de la mitad de lo necesario para acabar con el hambre en el mundo.
Nunca la humanidad ha dispuesto de tantos recursos para eliminar la pobreza y establecer la paz como fruto de la justicia. Tampoco Roma se preparó para la llegada de los bárbaros.

José Carlos Gª Fajardo

Este artículo fue publicado en el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) el 02/07/2004