Carta
del Presidente (1996)
Al presentar la Memoria 1996 es preciso destacar la actitud de servicio que fundamenta las actividades de SOLIDARIOS para el Desarrollo. Son sus señas de identidad: formar hombres y mujeres para que puedan cooperar como voluntarios sociales en proyectos dignos dentro de organizaciones de seriedad probada. La más urgente cooperación tiene que darse entre los cooperantes. Es tanta la necesidad y son tan acuciantes las tareas que nos llaman que sólo desde la sinergia entre los voluntarios será eficaz la acción solidaria como respuesta a una desigualdad injusta. Este es el más hondo sentido de nuestra ejecutoria a lo largo del año: afirmar la formación integral de los voluntarios contrastada en el servicio a los más necesitados que viven "a la vuelta de la esquina". Abrirnos a los desafíos de una sociedad injusta que causa situaciones de explotación, de pobreza, de hambre, de enfermedades evitables, de incultura, de guerras en las que siempre padecen los más débiles, de postergación de la mujer y de abuso de los niños, de abandono de los ancianos, de degradación del medio ambiente, de racismos y de marginación de amplios sectores de la población apoyados en un egoísmo tan inmerso como estéril. En SOLIDARIOS mantendremos la ayuda a los más necesitados aquí y en los pueblos empobrecidos del Sur al tiempo que analizamos las causas de la pobreza, de la injusticia, de la marginación de tantos millones de seres a lo ancho de una geografía que se ha hecho próxima por la globalización de las causas que ocasionan efectos mundiales y manifiestan nuestra responsabilidad solidaria. Ya no más ayudas ni asistencias sin el estudio serio y documentado de las consecuencias de esas estructuras de injusticia que dominan las relaciones entre las personas y entre los pueblos; sin la denuncia en todos los frentes sin temor a las consecuencias, y sin los adecuados proyectos en colaboración con todos los agentes implicados en la resolución de este desafío. Comenzando por los oprimidos y marginados que son y serán siempre los sujetos protagonistas de toda acción solidaria. Ningún ser humano podrá ser nunca objeto de nada, ni siquiera de nuestra compasión o de nuestra justicia: el otro siempre el sujeto que nos interpela y a cuya llamada acudimos con espíritu de servicio, dispuestos a aprender y convencidos de nuestra personal indigencia. La cooperación, o se da entre iguales o se convierte en un mito. De ahí que en no pocos ambientes serios comience a cuestionarse la validez de la "ayuda al desarrollo". ¿De cuál desarrollo? ¿Quién está legitimado para intentar cambiar a nadie? ¿Qué es eso de países en "vías de desarrollo"? ¿Acaso no convenimos hoy muchas personas en que el "subdesarrollo" no es un estadio del desarrollo sino un subproducto del mismo? Es preciso recuperar el lenguaje y asumir la mutación que preside el tiempo que nos toca vivir, so pena de ser arrastrados por la corriente. Si cambiamos "destino" por "vida" permanecen las palabras de Horacio: "Ducunt vonetem fata, nolentem trahunt" (El destino conduce a quien lo acepta y arrastra al que lo rechaza) Por eso, hemos hecho de la educación nuestra divisa, de la formación de nuestro programa y de la prevención nuestra tarea. La reflexión sobre las actividades que refleja esta Memoria nos ha llevado a afirmarnos en el conocimiento de otros pueblos con sus culturas y sus concepciones, en fomentar la plenitud que a cada persona le corresponde y en cooperar en proyectos de prevención y de investigación para la maduración de las riquezas propias de cada comunidad en el medio que le es propio. Todo lo realizado hasta ahora nos parece como una preparación para sumir la responsabilidad que nos corresponda en el desempeño de estas tareas. No más presidir, ni dirigir, ni coordinar, sino servir y participar en una mutación que hace nuevas todas las cosas, comenzando por las actitudes. Estamos convencidos de que es preciso despertar un movimiento a favor de lo más hermoso y noble que residen en el ser humano: su capacidad de justicia, de solidaridad y de entrega. En nuestras manos está el promover toda acción positiva, estimular todo esfuerzo útil, toda conducta noble. Todo y siempre con la libertad inherente al ser humano y al respecto incuestionable de sus derechos. En ese reto nadie está exento, porque el Estado y sus funcionarios están al servicio de la sociedad y del bien común. Todas las instituciones, asociaciones, confesiones religiosas y movimientos humanitarios, asó como cada ciudadano estamos obligados a construir una sociedad más justa, más libre, más digna en la que cada uno pueda expresarse para poder alcanzar la plenitud personal que es prenda de la felicidad a la que todos aspiramos. El desarrollo tecnológico, que debe servir al desarrollo equilibrado de los pueblos, ha puesto en nuestras manos instrumentos poderosos que amenazan con ahogar los avances de las ciencias y desvincularlas de la sabiduría sin la cual todo progreso acaba por esclavizar a los hombres. De ahí la responsabilidad de los conformadores de la opinión pública y no sólo de los medios de comunicación, sino de quienes influyen en el mercado y se sirven de la publicidad para influir en la voluntad de los ciudadanos. Expresar nuestro agradecimiento a los responsables de las actividades que se reflejan en estas páginas sería correr el riesgo de herir la satisfacción por haber podido participar en esta aventura de la solidaridad que exige vivir en modestia y pensar con grandeza. No obstante, gracias de todo corazón a todas y a todos cuantos os sabéis alas de un mismo vuelo. |
José Carlos Gª Fajardo, presidente y fundador