Carta del Presidente (1998)

Al presentar esta Memoria de las actividades de Solidarios en 1998, debo expresar mi confusión ante la situación que viven las personas y los pueblos del mundo en esta etapa de globalización económica, en la que nosotros seguimos sosteniendo que a la sociedad del despilfarro le ha de suceder la sociedad del reparto. Con nuestra ayuda.
Como no nos gustaba la sociedad en la que vivíamos, hace doce años un grupo de amigos nos pusimos en marcha para aliviar el sufrimiento causado por las injusticias de todo tipo. De esa actividad dan cuenta las sucesivas Memorias que hemos presentado a los socios durante este tiempo y los Boletines de la ONG, que ya se acercan al medio centenar.
En lo sustancial, continuamos nuestro camino: educación para todos, medicina preventiva para cuidar la salud, atención a las personas débiles de nuestro entorno y de otros países mediante los Centros de Medicina Preventiva en las universidades de África, donación de Bibliotecas fundamentales para las Escuelas Normales donde se forman los maestros de toda Latinoamérica así como en los Departamentos de Español de las universidades africanas, el envío de medicamentos a unos ochenta centros sanitarios de los países más necesitados del Sur. En el ámbito de la universidad nos hemos ocupado de formar un voluntariado social de acuerdo con las necesidades más próximas. Seguimos trabajando en el Programa de Ayuda a Estudiantes Discapacitados y en la Vivienda Compartida de estudiantes con personas mayores, así como en los servicios que reclaman más de 50 proyectos desarrollados por nuestra asociación y por otras de reconocido prestigio. Proseguiremos en estas tareas porque es un vacío que nos exige la justicia aún antes que la solidaridad.
Pero esto nos lleva a plantearnos con el rigor necesario las causas de la injusticia social y las posibles alternativas en forma de propuestas viables y sostenibles. Se ahí que a los tradicionales Seminarios de formación del Voluntariado, imprescindibles para un servicio adecuado a los marginados y a los sectores más frágiles y necesitados de nuestra sociedad, hayamos emprendido el estudio y la reflexión sobre las causas de este desequilibrio entre lo que hemos denominado el Norte sociológico, compuesto por los países más industrializados y ricos, y los pueblos empobrecidos del Sur que representan el 80 por ciento de la población del planeta.
En este sentido, estamos formando un Servicio de cooperación con los medios de comunicación social para dar a conocer las mejores reflexiones y estudios sobre los temas más puntuales ya que, en el fárrago de la información, se corre el peligro de pasar por alto los aspectos claves de estas injusticias sociales y de su repercusión en las poblaciones.
Leyendo el sugerente libro de Ignacion Ramonet "Un mundo sin rumbo. Crisis de fin de siglo" se nos plantean una serie de preguntas y de reflexiones que nos mueven a la acción apoyada en un pensamiento crítico frente a la inercia de un pensamiento único que nos domina en todos los ámbitos de la vida.
Tenemos la obligación de preguntarnos ¿Cuál es el verdadero papel de los medios de comunicación y de los grupos de presión? Las redes mafiosas internacionales y el crimen organizado constituyen nuevas amenazas porque controlan toda clase de circuitos clandestinos (droga, prostitución, venta de armas, especulación financiera). Las grandes migraciones provocadas por la pobreza son un grito por la justicia que tenemos que escuchar para tomar partido, sin ambages.
La mundialización convierte a las economías en dependientes unas de otras mientras los mercados financieros establecen una red férrea e invisible que atrapa a los países y controla a los gobiernos. El hombre contemporáneo, no contento con extender la lógica mercantil al conjunto de las actividades sociales, integra dicha lógica a la propia vida y nos amenaza con convertirnos en un mercado de materias primas genéticas.
Las sociedades occidentales ya no se ven con claridad en el espejo del futuro: parecen atormentadas por el paro, desconcertadas por la incertidumbre, asustadas ante las nuevas tecnologías, conmocionadas por la globalización de la economía, preocupadas por la degradación del medio ambiente y desmoralizadas por la corrupción de los dirigentes.
Controlado por los comerciantes, el modelo cultural se ha deslizado hacia lo insignificante, lo sensacional a lo vulgar. Es preciso alzarse para evitar que la civilización se hunda en la fascinación del caos. Este el título de una apasionante obra, "Geopolítica del caos", que recoge las reflexiones en forma de artículos aparecidos durante el año pasado en "Le monde diplomatique" y escritos por los más prestigiosos pensadores del mundo.
La incertidumbre se ha convertido en la única certeza. Nos encontramos en el umbral de la era planetaria.
Escribe Alexander King, cofundador del Club de Roma, "Estamos en medio de un largo y penoso proceso que, bajo una forma u otra, conduce a una sociedad global de la que aún no es posible imaginar su estructura probable. La era de los héroes ha terminado; hoy se sabe ya que todo es solidario y conflictivo. Que el nuevo orden debe englobar todo en su campo de acción: la política, la economía, lo social, lo cultural y lo ecológico".
"El enemigo principal ha dejado de ser unívoco, escribe Ramonet, se trata de un monstruo de mil caras que puede adoptar sucesivamente las apariencias de la explosión demográfica, la droga, las mafias criminales, los fanatismos étnicos, el sida, el integrismo religioso, el efecto invernadero, la desertificación, las grandes migraciones, las nubes radioactivas".
En un planeta que cuenta con quinientos millones de ricos contra cinco mil millones de pobres, habrá siempre razones para rebelarse. Y el economista André Gortz señala "Frente a esta sociedad, convertida en extraña para ella misma, tenemos dos tipos de rebeliones. Por un lado, las personas con capacidad cultural para asumir su autonomía exigen la creación de y la protección de nuevos espacios de solidaridades autogestionadas y de actividades autodeterminadas contra el poder del Estado y el poder del dinero. Por otro lado, tenemos la reacción regresiva de aquellos que desearían volver a encontrar la seguridad de un orden premoderno, estable, jerarquizado, integrador, en el que desde el nacimiento cada cual tuviera su sitio asegurado y asignado por su pertenencia a su nación, religión o raza".

La gente tiene el sentimiento de que su infelicidad es demasiado grande y de que el poder está demasiado lejos; no tiene la impresión de ser reconocida y escuchada por los que poseen los medios para tomar decisiones. Los ciudadanos aspiran a un papel más activo, más inmediato y ligado a su marco de vida, Hay un desfase entre las instituciones existentes y las preocupaciones de los ciudadanos. A pesar de las apariencias, las instituciones republicanas están en peligro y, con ellas, la democracia.
La ambición principal de la democracia es luchar contra la pobreza, la injusticia y la iniquidad: denunciar sin descanso a los falsos profetas. Los medios de comunicación podrían explicar, analizar y favorecer el civismo de los ciudadanos, de ahí que sea preciso trabajar en ese campo con profesionalidad y rigor intelectual.
Es un hecho asumido por las mentes más sensible y preclaras de nuestro mundo que a la sociedad del consumo ha de sucederle la sociedad del reparto solidario. Después de años de euforia financiera y de mentiras propagadas de control que tienen en los medios, los ciudadanos vuelven a sentir un fuerte deseo de retorno a actividades virtuosas: la ética, el trabajo bien hecho, la competencia que no la competitividad, la excelencia, la honestidad... al kalós kai agafós de la Grecia de Pericles. Se trata del único camino que permite preservar el planeta, proteger la naturaleza y salvar al hombre.
Este es el desafío que nos hemos propuesto para este nuevo año sin descuidar todo lo que con paciencia y dedicación hemos venido haciendo hasta ahora. Esa es la tarea del voluntariado social al que podría aplicarse la reflexión del Tao te King que precede estas páginas.

José Carlos Gª Fajardo, presidente y fundador