Compartir es arriesgarse

Cuando este número esté en vuestras manos, decenas de jóvenes de Solidarios ya estarán con sus visados en orden y con las vacunas que sean necesarias, así como leyendo los dossieres preparados de los países en donde van a realizar su trabajo durante las vacaciones de verano.
La primera regla de un servicio inteligente es el respeto a los demás. Los que componen los grupos que van a cada uno de los lugares del Tercer Mundo, saben que no vamos a civilizar a nadie, ni a imponer ningún modelo de desarrollo. Sino a ayudarles a crecer de acuerdo con sus tradiciones y sus señas de identidad. Contribuir a preparar proyectos idóneos y a tramitarles las ayudas que podamos desde España así como a seguir enviando voluntarios sociales para su puesta en marcha. Pero los naturales del país, serán los responsables de su continuidad acompañados por las organizaciones humanitarias radicadas allí.
Esta es la característica de Solidarios: formar voluntarios sociales sólidamente en España y ejercitarlos en servicios concretos con los más necesitados y marginados de nuestra sociedad. Para hacer el bien no hace falta ir al tercer Mundo: aquí a la vuelta de la esquina hay muchas necesidades y mucha soledad. Pero en el Tercer Mundo hay infinitamente más.
De ahí que no permitamos pasar a esos países a los voluntarios que no se hayan ejercitado en alguno de los proyectos que en tantas ciudades de España tenemos en marcha: cárceles, hospitales, asilos, drogadictos, enfermos terminales, sida, niños, inmigrantes.
Así como es de justicia destinar el 0'7% del PIB a los países del Tercer Mundo también lo es hacerlo con recursos humanos generosos y entrenados. Hoy os hablamos de algunas actividades en países de América. Nosotros no fundamos nada. Aportamos hombres y mujeres para trabajar en proyectos que ya están en marcha y dirigidos por organizaciones que garantizan su continuidad.
Cuando llegan a Solidarios en España o en América no les preguntamos de dónde vienen. Les pedimos que estén dispuestos a aprender, a servir y a colaborar. Compartimos nuestras experiencias y nuestras relaciones y les ayudamos a sacar lo mejor de cada uno pues, ni es preciso esperar a ser buenos para hacer cosas buenas, ni nadie sabe de lo que es capaz hasta que se pone a hacerlo. Desarrollamos la autoestima, la confianza, la generosidad, la alegría de compartir y la sinceridad de pedir ayuda a los demás para poder entregarse mejor a los que más lo necesitan.

Esta es nuestra experiencia y nuestra riqueza durante estos años: los centenares de jóvenes de ambos sexos que han participado en Seminarios de Solidaridad, en Servicios semanales a los más pobres y en Encuentros de fin de semana para conocerse mejor. Ahí se forman los grupos, pues es necesario conocerse y respetarse para poder ser eficaces y pasarlo bien.
Nuestro trabajo en los países del Tercer Mundo consiste en ayudar en todo lo que necesiten los que nos acogen. Y, al mismo tiempo, entrar en contacto con jóvenes de aquellos países para hacerles comprender que ellos también son responsables de su desarrollo. La experiencia nos ha mostrado que muchos jóvenes universitarios no han caído en la cuenta de que ellos también tienen que ser solidarios con los más necesitados que tienen alrededor y que no han tenido el privilegio deacceder a la universidad. Esa es una gran tarea. Que nos vean como laicos, que no pertenecemos a ningún movimiento político o religioso, que trabajamos y nos esforzamos, que nos divertimos y que nos gusta abrirnos a los demás sin dejar por ello de sentirnos solidarios con los más necesitados. Llevar medicamentos, libros, alimentos, ropa, herramientas, semillas o todo lo que pueden necesitar es indispensable. Y hay organizaciones que realizan esta labor formidable y a las que todos debemos ayudar. Pero, formar allí voluntarios, crear grupos de trabajo, sostenerlos enviando a profesionales que han concluido sus carreras a trabajar allí durante un tiempo, eso es también indispensable.
Solidarios para el Desarrollo ha aceptado este reto y este es el sexto año que enviamos voluntarios sociales a gran parte de los catorce países en donde venimos trabajando. Sin la ayuda de tantos amigos de nuestra ONG esta tarea sería imposible. Cada uno ayuda como puede. Lo que importa es comprometerse y arriesgarse. Así tiene sentido un vivir con dignidad.

José Carlos Gª Fajardo