La foto que preside esta portada está
tomada, con el permiso de los fotografiados, en una prisión española
a la que vamos cada sábado desde hace cinco años. Se trata
de parte de los componentes de dos equipos de fútbol que compitieron
en una de las galerías. De los internos, algunos, con toda razón
prefirieron no salir pero nosotros los tenemos en el corazón.
Tengo delante de mí otras muchas que les hice de uno en uno a los
que quieren enviarlas a sus casas. Se las he entregado, junto con los
negativos. Toda delicadeza y discreción son pocas.
Los internos nos conocen y por eso nos muestran confianza y nos abren
las puertas y las manos sin jamás pedirnos nada a cambio: "Sólo
que no dejéis de venir", dicen siempre.
Esta es una de las actividades que realizan los jóvenes de "Solidarios
para el Desarrollo". En esa prisión tenemos una tertulia todos
los sábados, a la que asisten más de cuarenta internos.
Se cambian según sus posibilidades porque
Algunos reciben visita ese día. Ahí se tocan todos los temas
con la mayor libertad y respeto a las opiniones de los demás. A
veces proyectamos algún video, o viene algún invitado que
a ellos les interesa: periodista, deportista, torero, cantante, profesor,
médico, abogado etc. Estos siempre regresan impresionados por un
mundo que desconocían y al que, en su interior, temían.
Butragueño, Lucio Sandín, Arozamena y tantos otros son buenos
testigos de esto.
El otro día, durante una de esas tertulias, propusieron que jugásemos
unos partidos de fútbol contra cada una de las galerías.
La idea me pareció estupenda: era su manera de estrechar lazos
con quienes venían a visitarles desde la universidad cada semana
y poder medir fuerzas de igual a igual. Ese día ganaron por dieciséis
a catorce. Yo gano siempre porque tengo que gritar y aplaudir cada gol,
lo meta quien lo meta. Esto que parecería impensable en cualquier
otro ambiente, allí, como tantos otras cosas, lo encuentran normal.
"Hemos ganado, Profe". Pues claro que "hemos" ganado.
Existen unos códigos de comunicación entre los internos
y nosotros que escapan hasta a los propios funcionarios, a quienes respetamos
al máximo en su delicada tarea así como ellos a nosotros.
Esa es la característica del voluntario social en prisiones: no
confundirse con ninguna de las partes y respetar siempre las reglas de
juego.
Hay muchas personas que al saber que vamos a los hospitales, a los comedores
de mendigos, a los centros de rehabilitación de drogodependientes,
a visitar a enfermos de SIDA, a bañar o atender a subnormales profundos,
o en general a cualquier otra actividad con marginados sociales llevamos
un programa con un discurso o les damos unas conferencias o unas pláticas...
es decir, buscamos algún resultado visible y concreto. Nada más
alejado de la verdad.
Lo que a nosotros nos mueve es su soledad, su marginación, su situación
y vamos a acompañarles para estar con ellos, charlar pasear, sentarnos
y sobre todo, escucharlos. Una de las cosas mejores que se pueden hacer
hoy en día es escuchar a los demás. Pero todavía
existe una m s grande: acogerlos.
Como son, sin prejuicios y, sobre todo, sin pretender cambiarlos.
Un partido de fútbol, un equipo de improvisadas peluqueras en un
ancianato, una tuna en un hospital de terminales, unos payasos en un orfelinato
son más fuertes que las mejores teorías o alambicados proyectos.
Mientras escribo esta página nos preparamos para salir hacia Segovia.
Durante el fin de semana, conviviremos con cerca de un centenar de estudiantes
para buscar la respuesta al ciclo de conferencias que mantuvimos en esta
Facultad sobre "La crisis económica mundial y el tercer mundo"
junto con los ponentes y otros voluntarios con experiencia ¿Y yo
qué puedo hacer para participar en la búsqueda de soluciones
o de modelos alternativos? Porque de poco sirve plantear problemas sin
arrimar el hombro para buscar alivio.
Estamos a las puertas del verano y más de doscientos voluntarios
se preparan para ir a ayudar a los grupos que ya trabajan en proyectos
de Solidaridad en catorce países latinoamericanos. Este es el objetivo:
ayudar a los demás para que se ayuden ellos, mostrarles el camino
y sostenerlos en su esfuerzo con la experiencia que adquirimos aquí,
día a día, formándonos, sirviendo a los demás
y dando a conocer las enormes posibilidades de participar al mayor número
posible.