Ingerencia humanitaria

En Derecho Internacional existe el principio de no ingerencia en la vida interna de las naciones. Pero cuando la injusticia, la explotación y la falta de libertad oprimen a miles de millones de seres en la humanidad no podemos aceptar ese principio como absoluto, ni obviar la obligación de ejercer el derecho de resistencia contra los regímenes despóticos que tratan de silenciar los efectos de la injusticia mediante la institucionalización de sus causas. Por eso es legítimo y obliga éticamente el nuevo principio de ingerencia humanitaria en ayuda de las víctimas de los intereses de los pueblos ricos del Norte.

Los pueblos del Sur piden justicia con sus gritos de silencio. En la cumbre mundial de Copenhague, el Secretario Gral de la ONU pidió "un nuevo pacto mundial entre el Norte y el Sur, entre ricos y pobres para evitar el estallido de una bomba social integrada por 1.300 millones de personas que viven en la miseria sin acceso al empleo, a la sanidad o a la educación". Dijo que "de la respuesta política y del compromiso financiero de los países más ricos, depende el futuro del planeta ya que la explosión social es inminente".

No exagera Butros Gali cuando afirma que 1.500 millones de personas no tienen ninguna oportunidad de acceder a la sanidad primaria, 820 millones no cuentan con un empleo productivo y cada semana nacen medio millón de niños en "la prisión de la pobreza".

"Sé que mis palabras fatigan a muchos", dijo Gali. No sólo a los acreedores de los 250.000 millones de dólares de la deuda externa de Africa y los 525.000 millones de Latinoamérica, que jamás podrá ser pagada pero que los consume con el vampirismo de los intereses leoninos que les imposibilitan cualquier esperanza de vida.

Japón ya ha dicho que "no habrá perdón" en este tema. Qué pronto han olvidado sus crímenes de guerra que, sin el perdón de los vencedores, jamás les hubiera permitido alcanzar su desarrollo. Como le sucedió a Alemania, cuyo Bundesbank es uno de los mayores responsables de la actual especulación con las monedas de los europeos. En estos días de la Cumbre Mundial de la Pobreza hay banqueros y especuladores que están haciendo inmensas fortunas a costa de la economía de las naciones.

También "fatigan" estas palabras a las personas cómodamente instaladas en los países del Norte y que viven pendientes de los escándalos y de la corrupción que corroe nuestras sociedades dominadas por un consumismo desaforado.

Es hora de alzar la voz en nombre de esos 14 millones de niños que mueren cada año por culpa de enfermedades evitables mientras nosotros destruimos miles de millones de pesetas en alimentos y productos médicos que se aproximan a su fecha de caducidad.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha denunciado a los Estados Unidos por la "violación de las normas humanitarias internacionales al no observar las excepciones del embargo a Cuba en medicinas, equipos técnicos y productos alimenticios básicos".

Desde aquí afirmamos el principio de ingerencia humanitaria siempre que no sirva de pretexto a los países más ricos para violar la soberanía de los pobres. A él nos atenemos poniendo todos los medios a su alcance con ayuda de otras ONGD especializadas en la salud y en la ayuda humanitaria. Queremos establecer puentes aéreos con los responsables sanitarios de los países más pobres y más explotados para enviar medicamentos y otras ayudas. Ayudaremos a recoger todos los medicamentos con fecha de caducidad superior a un año y en perfecto estado y nos ocuparemos del transporte a centros hospitalarios que nos garanticen una distribución correcta y eficaz.

José Carlos Gª Fajardo