Los hijos de la injusticia

Pedro Casaldáliga es uno de los grandes profetas de nuestro tiempo, cuyo testimonio es reconocido por creyentes y por agnósticos del mundo entero. No pierde tiempo entre las distinciones en esta ingente tarea que se abre ante nosotros, pero tampoco lo soslaya: "Donde tú dices paz , justicia, amor, yo digo Dios. Donde tú dices Dios, yo digo libertad, justicia, amor".

En estas fechas se conmemora en el mundo entero el nacimiento de un niño hace casi dos mil años. Cada uno lo hace a su manera y la fenomenología de las religiones nos muestra, en todas las culturas, que el hombre no puede vivir sin una cierta religiosidad que manifieste su experiencia de soledad o de plenitud, de búsqueda o de encuentro.

El tema de la infancia lo abordan casi todas las ONG serias que existen. Me refiero a las ONG que con libertad e independencia forman voluntarios sociales, allegan recursos y acuden en ayuda de los más necesitados de este mundo. Aquellas que respetan sus culturas, sus religiones y sus maneras de ser ancestrales y les sirven para desplegar lo mejor de ellos mismos con un verdadero "desarme cultural" para aprender y cooperar en su marginación hacia la plenitud que les es propia. Y olvidar de una vez por todas aquella pretendida "carga del hombre blanco" de Kipling, que les llevó a colonizar, explotar, y a desarraigar culturalmente a millones de seres en los últimos siglos.

Una de estas ONG; Intermón, apoyada en informes de la UNICEF, Cruz Roja, OMS, UNESCO y OIT, ha recogido una serie de datos sobre la infancia en el mundo que invitan a la reflexión. Y como todo lo verdadero, lo bueno, lo justo y lo bello es patrimonio universal os lo ofrecemos. Pero queremos , desde nuestra ONG hacer dos reflexiones fundamentales:

1. De nada vale conmoverse ante unos datos que estremecen si uno no arrima el hombro, o se arremanga, como nosotros decimos. Y todos podemos participar con una aportación mensual por pequeña que sea. Nadie sabrá nunca las penurias que sufrimos ante la magnitud de necesidades que tocamos cada día. Un grano no hace granero pero ayuda al compañero. Los que vivimos a pie de obra sabemos que para que un voluntario se forme, para que podamos enviar recursos, realizar estudios, mantener correspondencia, controlar los proyectos, etc, se necesita dinero. Y no importa la edad ni la salud que tenga el que se "conmueve" ante tanto dolor e injusticia para que no pueda aportar su contribución mensualmente, y no sólo un día determinado al año. Lo curioso es que algunas personas mayores "que no pueden ir al tercer mundo, o a un hospital o a una residencia para personas mayores" (quizá pueden más de lo que piensan pero no saben cómo ), animan a sus hijos a sus nietos a hacerlo y , de paso , critican a los "jóvenes alocados" que no lo hacen. Pues sepan que hay millares de jóvenes que se están preparando como voluntarios sociales y las organizaciones que los preparamos necesitamos medios económicos para hacerlo. No llamar a las cosas por su nombre es hipocresía. Lamentarse, criticar y no cooperar no es coherente.

2. Es preciso afirmar que ante la explosión demográfica, sobre todo en los países del llamado tercer mundo, es fomentar una "paternidad responsable" lo cual exige el control de una natalidad desbordada y suicida. Ser consecuentes con el "no matarás" es previo a cualquier postulado. No es lo mismo hablar de la natalidad en la comunidad europea que en el tercer mundo: dejemos a Dios ser Dios y no utilicemos su nombre en vano, si queremos ser consecuentes. Y antes que religioso, el ser humano es un hombre con una razón, un corazón y una conciencia. Nadie nace "con un pan debajo del brazo". Eso es como hablar de la "fe del carbonero" a estas alturas. Y puede llegar a ser una tremenda irresponsabilidad.

Los datos que ofrecemos en este número son tan escalofriantes que una enorme parte de los problemas se obviaría previendo las causas que los motivan. Alumbrar hijos para la muerte, la miseria, el hambre, la enfermedad o la desdicha es una locura. A nuestra conciencia, educación y posibilidades están confiados los medios que en cada situación puedan sugerirse. Pero es hora ya de arrumbar la falacia de que "cuantos más hijos mejor, porque los envía Dios". Dios no ama la pobreza. Está con los pobres contra la pobreza, con los explotados contra la injusticia, con los marginados contra las causas de la marginación y contra quienes los marginan. Dios nace en cada hombre que se entrega a los demás.

José Carlos Gª Fajardo