Paragubernamentales

El voluntario nace como respuesta ante la opresión y marginación por causa de raza, sexo, creencias, cultura, situación económica o ideas políticas participando en algún proyecto de solidaridad dentro de alguna organización humanitaria seria, y no en dóciles Organizaciones “paragubernamentales”, promovidas como las “paramilitares”.

Las asociaciones humanitarias y las ONGD al servicio de los más débiles no pueden erigirse en protagonistas de la acción social sino en cooperadores en esa tarea solidaria. Ni cabe un Estado providencia para regularlo todo, ni una sociedad que camine al margen de las instituciones con grupos de presión que trastornen el orden social querido por los ciudadanos, como pretende la globalización.

Existen asociaciones que desarrollan proyectos con voluntarios que quieren trabajar con los más necesitados. Los mueve una solidaridad que trabaja por la justicia con plena gratuidad, sin buscar nada a cambio ni imponer modelos de desarrollo o concepciones de la vida que puedan desarraigarnos de sus señas de identidad. Las ONG no pueden ser “sucedáneos” para paliar injusticias estructurales. El trabajo de los voluntarios no puede ser una “moda” para suplir la falta de convocatoria desde otras instancias políticas, sociales o religiosas. Ni para encubrir los errores, las injusticias y la explotación de los pobres por los ricos o de los pueblos empobrecidos del Sur por los intereses del Norte.

A pesar del auge que están tomando las ONG, nos encontramos en los albores del voluntariado en cuanto a personas comprometidas con un servicio social. Es falso que haya demasiadas organizaciones humanitarias. Pueden darse personas inconscientes que presentan proyectos de cooperación al desarrollo para que los financien con cargo a los recursos de los contribuyentes, sin contar con una estructura sólida, con recursos propios, con voluntarios que hayan demostrado su capacidad de trabajo y de servicio a los demás en el lugar donde residen. La experiencia demuestra que es imposible realizar en un país del Sur lo que no se es capaz de hacer aquí.

Denunciamos a los Gobiernos que pretenden utilizar a las ONG como instrumentos de su política para canalizar excedentes empresariales como “ayuda al desarrollo” de pueblos explotados, previamente, por políticas inhumanas con las que los arrollaron.

No somos “Organizaciones paragubernamentales” al servicio de sus intereses. Que constituyan empresas de servicios y que los paguen.

La razón de ser de una ONG es el servicio a los más pobres, la búsqueda de las causas de la injusticia para aportar propuestas alternativas que procuren un desarrollo endógeno, sostenible, equilibrado y global. Los voluntarios que nutren las ONG actúan movidos por la pasión de la justicia que se suma a sus capacidades profesionales. Y no al revés, como sucede con no pocos yuppies de la cooperación que se han lanzado a ese “yacimiento de empleo” en el “tercer sector”. Las ONG que no dependen de partidos políticos, de confesiones religiosas o de grupos de presión, cooperan para restaurar el tejido social vulnerado por un modelo de desarrollo inhumano, para devolver parte de lo que se ha saqueado y para cooperar en una actitud de igualdad y de sinergia. Porque la cooperación o se da entre iguales o es otra forma de explotación del pobre por el rico. Más que hablar de condonación de deudas externas, hablemos de reparación debida, y de reconocer que la deuda externa ya está pagada con creces.

El gobierno maneja fondos constituidos con las aportaciones de los contribuyentes y tiene la responsabilidad de su administración. No los puede distribuir entre su clientela política. Debe establecer las reglas del juego, pero las ONG tienen el derecho a participar en su elaboración y en el control de esos fondos. Las ONG no son instrumentos para ser manipulados por nadie. Pero los Gobiernos buscan ONG vinculadas a ideologías determinadas que se presten a políticas que enmascaran en actividades sociales cuando no se trata más que de propaganda política.

Después de privatizar las empresas públicas, sueñan con dóciles ONG “paragubernamentales”.

José Carlos Gª Fajardo