Urbanistas sin fronteras
Quinientos millones de personas viven hoy sin hogar o en chabolas en las ciudades del mundo. El Centro de la ONU para Asentamientos Humanos (Hábitat) ha publicado un informe con una llamada de emergencia: El mundo no está preparado para la urbanización del siglo XXI ya que casi la mitad de la humanidad vivirá en ciudades. Si en la cumbre de Copenhague, el secretario General de la ONU Butros Gali,alertaba ante los problemas del hambre y advertía que está en curso una "explosión social" como jamás había conocido la historia, este documento de Hábitat nos hace reflexionar para que la opinión pública tome conciencia de esta realidad y busquemos soluciones entre todos. No nos es lícito reservar nuestras energías para paliar los efectos de causas estructurales injustas. Las organizaciones humanitarias no pueden quedar reducidas al papel de "apaga fuegos" haciendo llamadas a la emotividad de las gentes cuando sobrevienen las catástrofes. En junio del 1996 se celebrará en Estambul la Cumbre de las Ciudades. Para que no nos suceda como en las pasadas cumbres sobre el desarrollo, la educación, el hambre, la situación de la mujer, en las que la anécdota superó a las verdaderas soluciones, es preciso pedir soluciones alternativas a los expertos, a los políticos, a los interlocutores sociales y a los responsables de los medios de comunicación social. Nadie tiene una audiencia y un poder de convocatoria semejantes. Según el Informe, en el 2025, el 80 por ciento de la población urbana del planeta pertenecerá a países empobrecidos. Es sabido que los mayores índices de criminalidad se encuentran en las grandes urbes por deshumanizadas. Desde la caída del muro de Berlín en 1989 es sorprendente la explosión de mafias criminales en las grandes ciudades de la antigua URSS. No dicen otra cosa los estudios sobre la marginación social en el llamado Cuarto mundo, los cinturones de miseria en los asentamientos, favelas, jacalitos, bidonvilles, etc. de las grandes ciudades del poderoso Norte. No sólo México y Sao Paolo o Yakarta y Bogotá, sino en Nueva York, Frankfurt, Moscú, París o Tokio. "Una persona sin hogar es lo mismo en cualquier sitio" y por eso se precisa una coordinación entre gobiernos, empresas privadas e instituciones humanitarias. Es discutible la afirmación de que "la urbanización masiva es la única forma en que el mundo puede sobrevivir a la explosión demográfica". Eso será mientras se mantengan los actuales parámetros y el modelo de desarrollo deshumanizado, consumista y de explotación que impusimos a los pueblos del mal llamado Tercer Mundo. Al desarraigar a las poblaciones de sus tierras y costumbres tradicionales hemos formado ejércitos de nómadas sin rumbo, sin pastos y sin ganados. Los nuevos bárbaros tienen que dirigirse hacia el limes del Imperio y traspasarlo. No se los puede confinar en ghettos ni actuar como si los países ricos del Norte no fuéramos responsables del empobrecimiento de los pueblos de Sur al imponerles unos modelos, unos cultivos, unas necesidades, unas formas incompatibles con sus raíces. Todo lo que no sea un desarrollo endógeno, sostenible, equilibrado y global llevará a la desertización de las tierras y de los seres humanos. Se impone una llamada a todos los urbanistas y a los arquitectos del
mundo. Ellos no pueden conocer fronteras. Es preciso formarlos en la
sensibilidad ante este futuro de muerte y animarlos para que encuentren
soluciones para una vida digna en el campo, junto al mar o en la montaña.
Es posible mediante los logros de la técnica que esta nos libere
de la tecnocracia que propició las megaurbes con el señuelo
de un mayor bienestar. |
José Carlos Gª Fajardo