RETAZOS 039 Autoestima
Un
joven aprendiz de discípulo pidió al Maestro que le ayudase
para que lo valorasen más, pues se sentía inútil y
nadie lo apreciaba. El Maestro le respondió con simpatía - Si quisieras ayudarme tú a mí, quizás podría ayudarte pero antes tengo que vender este anillo para pagar una deuda. Vete al mercado a venderlo. Es necesario que no aceptes menos de una moneda de oro. El joven, apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes pero, en cuanto mencionaba la moneda de oro, nadie quiso pagar ese precio. Regresó triste a casa del Maestro y le dijo : - Maestro, no es posible conseguir lo que me pides. No creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. - Eso que has dicho es muy importante – contestó sonriente el Maestro-. Antes, debemos conocer el verdadero valor del anillo. Ve a ver al joyero y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joyero examinó el anillo y le dijo al muchacho: - Dile al Maestro que, si lo quiere vender ahora, no puedo darle más de cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo. - ¿Cincuenta y ocho monedas? – exclamó el joven. - Sí – replicó el joyero-. Yo sé que podríamos obtener por él cerca de setenta monedas, pero si la venta es urgente... El joven corrió emocionado a casa del Maestro a contarle lo sucedido. - Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única – le dijo el Maestro después de escucharlo-. Y sólo puede evaluarte un verdadero experto. ¿Por qué vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y, diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique de su mano izquierda. El joven se inclinó ante el Maestro y con una sonrisa nueva fue admitido como discípulo. |
José Carlos Gª Fajardo
Este texto pertenece a la serie 'Retazos de Sergei', una colección de
cuentos orientales adaptados a nuestro tiempo