RETAZOS 045 Mucha calma
Siempre
me había impresionado la frase de Pablo, en el Areópago de
Atenas: “Quería que lo buscasen a él, a ver si al menos a
tientas lo encontraban, por más que no está lejos de cada
uno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos”. Muchos
planteamientos dogmáticos y morales se me venían abajo al
considerar la inmensidad de esta reflexión, pero no acertaba a dar
el salto consiguiente. Ahora que han pasado los años, por todas partes
encuentro una reflexión similar: en los sabios hindúes, en
el shivaísmo de Cachemira, en el budismo, en lo mejor del pensamiento
sufí así como en la ancestral sabiduría de los ancianos
de África o en los chamanes de cualquier latitud. Mirad si no lo
que me ha venido a la mente: El Maestro chan le dijo al discípulo: - Vamos a dar un paseo por el monte. No es bueno estar siempre meditando, estudiando a los sabios o distanciado de la gente. Caminaron en silencio desde el amanecer y, de repente, el discípulo le dijo: - Venerable Maestro, ¿qué es el Tao? - Continua caminando, - respondió el Maestro. - Pero te he preguntado ¿qué es el Tao? Y tú no me contestas, - insistió el joven que creía que siempre había una respuesta para cada pregunta. - ¿Acaso podríamos dar un solo paso sin el Tao? En el Tao vivimos, nos movemos y somos, - dijo el Maestro mirándolo con ternura, y con paciencia. Ese es el problema de tener la cabeza llena de cosas en lugar de tenerla bien estructurada. Es la energía que nos anima – o como queráis denominarla -, la que da el ser y sostiene a cuanto existe. Como decían los de “Siniestro total”: “Ante todo, mucha calma”. |
José Carlos Gª Fajardo
Este texto pertenece a la serie 'Retazos de Sergei', una colección de
cuentos orientales adaptados a nuestro tiempo