RETAZOS 083 El asno de Nasrudín
En una ocasión en que Nasrudín estaba en la India vio a un hombre sentado en
el suelo que vendía unos brillantes frutos de color rojo. El Mulá era muy
goloso y, creyendo que era una clase distinta de dulces, compró un buen
paquete y se fue a un parque cercano para comerlos tranquilamente. Nada más
meter uno en la boca, ésta le ardió como si fuera fuego, ¡porque no eran
dulces sino auténticos chiles de picar rabioso! Nasrudín seguía comiéndolos
mientras se le saltaban las lágrimas, le goteaba la nariz y estornudaba sin
parar. Un hombre que paseaba por allí, al verlo tan colorado y haciendo muecas, le dijo asombrado: - ¡Hombre de Dios! ¡Si son chiles y sólo se pueden comer en pequeñas cantidades acompañando a las viandas! - ¡Gracias, señor!, - respondió Nasrudín sin dejar de comer -, pero es que ¡yo creí que eran dulces y por eso compré tantos! - Pero, - continuó el desconocido -, si ahora ya sabes que son chiles, ¿cómo sigues comiéndolos? - ¡Ah, no! - respondió entre ardores el Mulá -, ¿ahora que me he gastado mi dinero los voy a tirar? ¡Estaríamos buenos! Sergei se reía como un poseso porque le encantaban las historias del Mulá. - ¡Mira que era bruto este Nasrudín!, -exclamó el discípulo. - Sí – le respondió con dulzura el Maestro -. Todos se ríen del Mulá pero no dejan de imitarlo aferrándose a criterios, a pesar de haber descubierto que les reportan daño y tristeza. - Maestro, ¿cómo puede ser eso? ¿Las cosas que hace Nasrudín no son extravagantes? - Escucha, Sergei otra historia. Bajaba Nasrudín al galope gritando por la calle de su pueblo montado en su asno, y la gente le preguntaba. “¿Qué se te ha perdido, Mulá? ¿Qué buscas con tanto desconsuelo?” “¡Mi asno, respondía el Mulá, mi asno!” ¡Vuelve a por otra, Sergei! ¿Lo has cogido? - Me parece que sí, mi Señor, me parece que sí. |
José Carlos Gª Fajardo
Este texto pertenece a la serie 'Retazos de Sergei', una colección de
cuentos orientales adaptados a nuestro tiempo