Estiércol de caballo
Todo es sagrado o nada es sagrado. La plena
experiencia del carácter trascendente de la vida es como el regreso al
hogar. Al origen, para recuperar las señas de identidad olvidadas
durante el camino. ¿Cómo era tu rostro originario antes de nacer tu padre y tu madre? No puedes responder “antes, no era”. No existirías pero ya eras. Somos y seremos porque nada se crea ni se destruye, todo se transforma. Los católicos, que se suelen asustar ante estas expresiones, lo tienen claro en el prefacio de la misa de difuntos, “la vida se transforma, no se pierde”. Y en la carta de san Pedro, “sois dioses”. Y en Los Hechos de los Apóstoles, “En Él vivimos, nos movemos y somos”. Si somos en Él, no tenemos principio ni fin, más que en la apariencia. Dogen,
en el siglo XIII, regresó de la China en donde había estado durante años
visitando a los maestros Chang, culmen del Taoísmo y del Budismo más
depurados. Cuando sus compañeros, en Japón, le preguntaron por sus
experiencias, se mantuvo en silencio y después respondió “Los ojos
son horizontales y la nariz vertical”. Así nació el Zen Abandonad
el abandono, les dijo, sed conscientes de que cada instante es único.
Nada vuelve, la gran experiencia está aquí y ahora. Esta es la gran
oportunidad porque ahora es siempre, todavía. Cuando
camines, camina; cuando comas, come; cuando te sientes, siéntate;
cuando duermas, duerme; cuando goces, goza. No titubees. No hay mañana,
sólo es una hipótesis. Y
ayer, ya pasó. Aquí
y ahora es la síntesis de toda la sabiduría alcanzada a lo largo de la
humanidad. Es el Todo pasa de Heráclito y el Carpe diem
de Horacio. El gran secreto del shivaísmo de Cachemira “El gran
misterio es que no hay misterio”. Como resultó ser la esperanza de
los seguidores del New Age, “El nuevo paradigma es que no existe
paradigma”. Pues
si todo es sagrado, las esteras de paja y el estiércol del caballo
también lo son. Y el sudor de tu frente, tu sonrisa y tus lágrimas, el
aliento y la palabra, tu saliva y tu semen. Despertar es el mazo que
hace sonar el gong. Se trata de manifestar la realidad, no de hablar de
ella. Las cosas son como son, e pois, mais nada. ¿Por
qué te pones la ropa del sacerdote cuando suena la campana?,
pregunta el Maestro, sentado en el suelo y fumándose un narguile
o comiendo pipas. ¿Adónde vas que no esté El Todo? ¿En qué templo
pretendes encerrarlo? ¿Qué es bueno ni malo sino en la mente del
hombre? Hay lágrimas, desasosiego, cansancio, risas y goces. Hay penas
y alegrías, como suben y bajan las mareas. Las
olas no son más que formas del mar, apariencias en tu retina. No
es más día el de viento que el soleado, el lluvioso que el nevado. Ni
la noche es menos noche porque dejes de alumbrar un fuego. Nosotros,
todos y cada uno, despertaremos a la evidencia de que la verdad no puede
encontrarse sino en la existencia. |
José Carlos Gª Fajardo
Este texto pertenece a la serie 'Retazos de Sergei', una colección de
cuentos orientales adaptados a nuestro tiempo