RETAZOS 006 Nasrudín interviene

- Maestro, - le dijo un día Ting Chang mientras paseaban por la ribera del río -, en muchas ocasiones te refieres a las ocurrencias del Mulá Nasrudín para despertar la naturaleza original de tus oyentes. Pero ¿quién era en realidad este Mulá? ¿Ha existido?
- Yo creo que es imposible que haya existido un Maestro que fuera a la vez cortesano con Tamerlán, médico, juez, mendigo, sabio e idiota.
- Entonces, ¿es un personaje creado por los maestros sufís para desconcertar a los discípulos con sus paradojas?
- Así parece ser pues, con sus contradicciones, simplezas y aparentes estupideces, trata de romper los hábitos tan racionales y esquemáticos de la mente.
- Pero se encuentra en muy diferentes culturas, - continuó el médico afable-, y no parece haber continuidad entre ellas.
- Sí, entre los otomanos, en Turquía, lo presentan como un personaje de la Corte, que trata con familiaridad al gran emperador Tamerlán. En el folclore árabe se le conoce como Joha y aquí en China es fácil descubrirlo bajo el héroe local, Afanti, con sus salidas.
- Y en algunos estados de Asia Central,- intervino Sergei -, su efigie ecuestre preside muchas plazas ¿Por qué en todas partes le dan tanta importancia a su asno?
- ¿Es que hay algo más opuesto a la imagen de un sabio y de un maestro que un asno? Porque sin duda, Nasrudín era un maestro. Es decir, se utilizaba su personaje para ayudar a la humanidad a zafarse del condicionamiento, de actuar como autómatas, como máquinas.
- Es la rémora occidental del maquinismo, del mecanicismo.
- ¿Qué es eso?, -preguntó Sergei.
- Una teoría que sostiene que los hombres no son más que meras máquinas y que reaccionan como tales ante los estímulos, -respondió sonriente el Maestro-.
- ¿Qué otra alternativa queda? - insistió la liebre de las estepas dirigiéndose al médico Ting-.
- Hombre, la visión holística, contemplar al ser humano como un todo interrelacionado con sus semejantes y con la naturaleza en todas sus manifestaciones. De ahí que más que enfermedades existen enfermos y como a tales tenemos que tratarlos.
- Ya veo. Pero por qué sus incongruencias, sus sutilezas y hasta sus burradas tan distantes de los koan del Zen.
- No de todas las escuelas Zen, sino de la Rinzai, apuntó el Maestro. En la escuela Soto no se utilizan koans sino vivir la realidad en el día a día y en cada momento. ¡Todo es Zen!- dijo el Maestro-.
- ¡Cómo nosotros en el Tao!
- Bueno, algo del Tao chino milenario con influencias del budismo y su adaptación a la mentalidad japonesa con el shintoismo y otras tradiciones.
- En el fondo, apuntó Ting Chang, algo así aparece en los dichos de Nasrudín: "Si supiera cuántas son dos y dos, respondería ¡cuatro!"
- ¿Acaso no lo son?
- Bueno, podrían ser 22, o cero. O la confirmación de que es absurdo plantearse la pregunta porque confiesas que ya lo sabes. ¡Cómo la vida misma!, - concluyó el Maestro-. 
- ¡Otra, por favor! - pidió Sergei.
- "Si sobrevivo a esta vida sin morirme, me sorprenderé" u otra, para terminar Sergei, Nasrudín siempre andaba corto de dinero y montó un tenderete en el mercado con un letrero que decía "Se contestan dos preguntas sobre cualquier tema por 10 monedas". Un hombre tenía dos preguntas muy urgentes que hacerle y entregó sus monedas de plata mientras decía - "Diez monedas por dos respuestas es algo caro ¿no cree?" - "Sí, -respondió Nasrudín-, ¿la otra pregunta, por favor?"
- ¡Qué morro!

José Carlos Gª Fajardo


Este texto pertenece a la serie 'Retazos Luna Azul', colección de cuentos orientales adaptados a nuestro tiempo